Nostalgia

Paseando por las calles de nuestra ciudad, el olor de las castañas asadas nos hace recordar que el veranillo prolongado llegó a su fin. La caída de las hojas y la ropa de abrigo en los expositores de las tiendas nos hablan del otoño. Y el frío nos hace buscar, en las tardes de los fines de semana, la comodidad y el calor de nuestros hogares; pasar el tiempo en familia y reuniones con nuestros amigos.
Todas estas actividades se convierten en la rutina y la antesala que cada año precede a las fiestas de nuestra Patrona, la Stma. Virgen Inmaculada, y de ese bendito tiempo litúrgico llamado Adviento, preparativo de las fiestas conmemorativas del Nacimiento de nuestro Señor.

Y en este mundo que nos ha tocado vivir, en esta sociedad que reniega de su historia, sus costumbres y en la que manifestar que uno es cristiano y practicante se convierte en poco más que un delito, quien les escribe echa de menos el cultivo de nuestras Tradiciones y creencias.

Menos mal que aún son bastantes los comercios que decoran sus escaparates dejando un hueco al nacimiento, al misterio de un Dios que busca momento y lugar para redimirnos con su amor. Menos mal que aún sigue habiendo fieles que acuden a la llamada de su Patrona y asisten a encontrarse con Ella por las calles de la ciudad, el 8 de diciembre, sin caer en la tentación de las compras navideñas en Carrefour. Menos mal que aún hay familias que aprovechan dicho puente para, rodeados de sus hijos y familiares colocar la decoración navideña y desembalar las cajas que guardan las figuras del portal que colocarán en un rincón del salón. Menos mal que aún quedan personas que con la excusa de hacer pestiños, borrachuelos, hojuelas y un sin fin de dulces navideños, son capaces de convocar a sus seres queridos. Menos mal que aún quedan fieles que, entre venta de participación, décimo o serie de lotería, son capaces de acercarse a la celebración de la Eucaristía y preparar la venida del nacimiento del Señor.

Me llamarán nostálgico, tradicionalista o antiguo, pero la llegada de las fiestas navideñas, para un cristiano, creo que debe estar basado en un cambio de actitudes negativa por otras positivas, en la convivencia familiar, el amor, el compromiso, en las campañas de ayuda a los sin techo y a los hambrientos, y en la manifestación, a través de nuestros nacimientos, que nos alegramos ante el recuerdo que Dios se hizo hombre y de esa forma mediante su amor nos remidió del pecado.

Demos ese amor, nuestro amor, a nuestros seres queridos, familiares, y amigos, durante todo el año y en especial estos días. Hagamos un hueco en nuestros hogares y en nuestros corazones al Niño de Belén que viene a nuestro encuentro.

Feliz Navidad.


Carlos Alberto Cuadrado Luque.

El Rincon del Arte Musical

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